¿Podría existir un día en el que todo fuera un sueño?

Abrir los ojos cada mañana con la persona que quieres a tu lado, que te pregunte qué tal pasaste la noche y qué tal dormiste dándote, mientras explicas tu noche, un dulce y tierno beso que saborearás hasta la noche.

Recordar el día anterior, perfecto como nunca. Ver el día que acaba de empezar mejor que el de ayer, y ver mientras como por la ventana se cuelan los primeros rayos de sol, y como mis pequeños ojitos se van abriendo poco a poco.

Poder ver cómo me miras, el deseo, el acompañamiento de un gran abrazo y un pequeño pero bonito beso en el cuello. Una respiración profunda en él, y un escalofrío recorriéndome el cuerpo.

Cuerpos entrecruzados, perezosos para levantarse, aprovechando los minutos que quedan antes de que vuelva a sonar la segunda alarma del despertador.

Quererse, discutir, pelear, besarse, enfadarse, mirarse, distraerse, escuchar, hablar, sentir, oler, compartir, hablarse sin palabras…

Palabras, palabras, y más palabras… ¿Qué sentido tiene escribirlas? Ninguno.

Sentirlas. Sentirlas cada día desde que te levantas hasta que te acuestas, saborear el primer beso y el último, abrazarte como si del último día de mi vida se tratara, mirarte y no cansarme nunca de observarte, de ver como sonríes, acariciarte, relajarte…

Levantarme cada día sabiendo que vas a estar a mi lado, que me vas a apoyar en lo que necesite y me vas a dar aquello que más deseo. Que todo quede relleno de ti, que no haya espacio para confusiones, dudas, complicaciones… Que todo lo que me rodea sea fácil de entender… Que me hagas ver aquello que más necesito.

Cuidar de mí, depender de ti en todo, crecer, ver pasar los años contigo, ver salir el sol, mirar las estrellas, hablar de todo y nada, tumbarnos en la hierba, jugar a conocernos más, jugar a disfrutar…

Reír, y no dejar de hacerlo, ver todos los días claros y despejados aunque llueva.

Ver que nada es imposible y ver con claridad que todo es más perfecto que ayer cuando me fui a dormir con tu último beso, mientras me abrazabas y un rato más tarde, acababas cerrando los ojos para…

Soñar.

Si realmente todo esto fuera un sueño, ¿haría falta soñar?

Para mí, ya no sería necesario.

Daría 50 años de mi vida para que el resto de los pocos años que me quedaran fueran como mi sueño.

Autor: deWhati.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Volver arriba
A %d blogueros les gusta esto: