Apenas hace unos días, cumplí de nuevo años (maldita la hora que se inventaron los cumpleaños, ¿no podríamos estancarnos en el tiempo?), y mi edad aumentó en una unidad hacia los veintitrés.
No digo que no me guste crecer, ni madurar ni aumentar mi experiencia pero, estaba muy orgulloso de mis veintidós años, más que nada porque los encontraba muy graciosos con la comparación de los 2 patitos (mis 2 patitos).
La pena es que apenas pude disfrutar esa edad, y creo que es típico para todos aquellos que la pasan, ya que durante estos tiempos nuestros años pasan como meses y apenas nos damos cuenta y estamos entrando en los 30.
Pues bien, después de mi depresión y de mi añoranza hacia mis queridos patos, mi chica para mi cumpleaños me los fue a buscar para que jamás escaparan de mí, y para que siempre pudiera disfrutar de ellos.