Diario de a bordo

1 de septiembre de 1488,
navio
Hace 3 años que partimos de nuestra tierra, 3 años perdidos entre mares, 3 años con ilusiones que día tras día se han ido rompiendo.

Hoy, justo cuando desperté, saliendo de mi camarote, me crucé con Jonny, mi fiel ayudante, y me preguntó, cortésmente, si algún día volveríamos a ver a nuestras familias.

Me reconozco e identifico como una persona fuerte, pero Jonny aún es un crío, solo tiene 15 años, y me enternece el corazón cada vez que me pregunta este tipo de cosas.  Jonny es un buen marinero, está creciendo, se está formando como un gran hombre, pero a veces, no soy capaz de mentir a un ser todavía tan inocente como él, y escondiendo mis lágrimas que asoman por mis ojos, le aseguro, cogiéndolo por los hombros y sonriéndole, que muy pronto, llegaremos a nuestro destino.

Siguiendo con mi diario, hoy parece que el mar está tranquilo, muchos de nosotros nos hemos asomado por la cubierta, hemos tomado un poco el sol, y hemos disfrutado de un cielo tranquilo. Estas dos últimas semanas han sido muy duras para mi tripulación, y las tormentas han acabado con algunas de nuestras provisiones, y no solo eso, sino que también con algunos de nuestros miembros.

Ver el mar tranquilo, y con viento a favor a nuestro destino, hace que vivamos con más energía, que afrontemos el día a día como si se tratara de uno de nuestros mejores o más importantes días de nuestra vida.

Reímos, y aprovechamos cualquier brizna de aire para tomarnos unas buenas copas de ron, mientras cantamos nuestras canciones favoritas, nuestras canciones de marineros.

Lloramos también, por la pérdida de algunos de nuestros hermanos, en alta mar, entre batallas con navíos piratas… Guerras y asaltos, es en lo que se ha convertido este mar, este mar que, en teoría, nos tiene que llevar a conocer el paraíso, la tierra preciosa, el lugar perfecto…

3 años navegando, 3 años haciendo todo lo posible por conseguir lo que ansío tener con todas mis fuerzas: el tesoro de la vida. Miles de veces repaso por mi mente, aquel momento en que me crucé con aquél anciano, que consiguió engatusar mi mente para buscar aquello que muchas veces, decaigo y lo veo imposible e improbable… Miles de veces también, agradezco a esa persona, allí donde esté, en que haya hecho de mí una persona como la que soy ahora (gracias a esta búsqueda que organicé), intentando aguantar el peso de mi tripulación e intentándola llevar allí donde se merece. Muchos de los nuestros, perecerán en el campo de batalla, en alta mar, pero es el sacrificio que todos aceptamos  una vez nos subimos a este barco.

En el transcurso de esta gran ruta, he descubierto ciertas cosas, que nunca supe que existían: el compañerismo, la valentía, la amistad, la fuerza de voluntad, la fuerza en sí, y sobre todo, el apoyo entre todos nosotros… Quizá llevamos meses dando vueltas en este mar revuelto, en este mar lleno de corrientes, pero sabemos, que si nunca nos rendimos, llegaremos allí donde deseemos. Somos fuertes, somos honestos y sobretodo, somos UNO.

Sé que pronto llegaremos allí donde deseamos, sé que pronto podré descansar tranquilo, decir a mi tripulación que hemos llegado, que hemos descubierto la parte más importante de nuestras vidas gracias al tesoro.

Quiero que Jonny sonría con esa inocencia tan bonita que todavía conserva, quiero que Jonny tenga un motivo para crecer, tal y como hice yo, un motivo para buscar en los lugares más recónditos la solución a todo problema.

Mi nombre es Capitán Black Regin, y no soy un hombre de muchas palabras. Siempre que he viajado, mi cuaderno de abordo lo he tenido simplemente de adorno, pues nunca he creído necesario dejar plasmada mi existencia y experiencia en algún medio transportable. En este caso, he roto con mis costumbres, con mis reglas, porque creo en mí y en mi tripulación, en mi sueño, pero lógicamente, por mucho deseo que pongamos, no puedo asegurar que lo consigamos.

Para mí, lo más importante es, ha sido, y será, esta tripulación. Viviría y mataría por ella, todos, y cada uno de ellos, son excelentes personas: Jaco, Robin, Fly, Borroso, Azul, Andrea, Piter, Jonny, Gordito, Remo, Baboret…  Y los miembros que hemos perdido, que quiero que también sigan para siempre en nuestros corazones: Revólver, Fleva y Harry.

Quiero que sean recordados a mi lado, por si alguna vez, la vejez o la muerte me hace olvidar estas hazañas, lo que sentí una vez estando a su lado. Quiero que quede todo aquí, que pueda leer noche tras noche algo tan bonito como esto, o que, mis hijos, o los hijos de mi tripulación puedan saber cuán grandes fueron o son sus padres.

Y si alguna vez, una tormenta nos vence, o un navío pirata nos hunde, quiero que todo el mundo sepa, que alguna vez, existieron unos marineros que lucharon ferozmente dando su último aliento de su vida por conseguir sus sueños. O que allí donde perecieron, aún se escucha al Capitán Black Regin y a toda su tripulación cantando y brindando con copas rebosando de ron.

2 comentarios

  1. Anita
    1 septiembre, 2009

    Precioso texto whati 🙂
    Muchas de las cosas que comentas aquí son aplicables a la vida de muchas personas que inician su particular «viaje».
    Gran entrada en este maravillo lugar que es tu blog.

    1 abrazo =)

    Responder
    1. dewhati
      1 septiembre, 2009

      Me encanta que hayas podido ver en mi texto el transfondo que llevaba. Entre marineros y piratas, sí, existe esa relación aplicable a lo que podríamos llamar el «viaje» de nuestra vida.

      Un abrazo para ti también 🙂

      Responder

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Volver arriba
A %d blogueros les gusta esto: