Encontrar nuestro oro…

TiempoHoy toca prestar atención por aquí.

Toca prestar atención a algo más de lo que vemos a simple vista.

Se trata de ver más allá de nuestro horizonte. Cerrar los ojos y escuchar con el corazón qué es lo que nos rodea.

Escuchar sin intención de evitarlo. Reconocer el mañana incierto y la joya de hoy.

Escuchar sin dejarnos influir por la estupidez humana, evitando que nos engatuse con tópicos, sensaciones y emociones que nos transmitan de forma desfavorable.

Escuchar y no por ello convertirnos en estúpidos en el intento.

Cerrar los ojos y comprender qué significa el paso de un segundo… Y de otro… Y de otro más…

Unos segundos que vendrán sin apenas darnos cuenta y que desaparecerán de forma fugaz.

Segundos que se convertirán en minutos, minutos en horas, horas en días… Y días en años y más años… Acumulando tiempo y más tiempo…

Tiempo2Tiempo que quizá nos traiga consigo tristeza. Una tristeza que encontramos al recordar que años pasados no han dado el fruto que debían dar, que por desgracia no hemos sabido hacer lo que debíamos… No hemos sabido sentir, escuchar, interpretar y lo más importante de todo: comprender.

Un paso del tiempo que en ningún momento nos ha ayudado a asimilarnos y que de forma desafortunada tampoco nos ha llevado a puerto alguno. Un paso del tiempo que nos ha estancado en un pasado mal creado por nuestro ser.

Estancados, con un segundo más… Y otro… Y otro más… Segundos atrapados con nosotros, segundos convertidos en polvo, desechos por nuestra culpa. Polvo que no podrá ser de nuevo objeto de valor alguno.

Pero el reloj sigue en marcha, sigue avanzando y sin esperarnos.

Hoy pues, este es un estado que por encima de todo, no podremos ni deberemos permitir.

Llegado el momento, cortaremos raíces, nos liberaremos de presiones inútiles y lucharemos a contracorriente.

Se trata de ser libre y ver de nuevo esos segundos, esos pequeños lingotes de oro que alguien nos ha permitido saborear y poseer al traernos aquí.

Lingotes que debemos atesorar en nuestro interior, en nuestro corazón, y al cerrar los ojos deleitarse pues, con ellos.

Ahora dime… ¿Cerraste los ojos?

Eso es lo que debías hacer en un primer instante…

¿Dónde está tu tesoro?

 

 

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