Tengo ganas de aporrear el teclado

Estoy intentado buscar la tranquilidad en una noche inquieta y calurosa como la de hoy.

Doy vueltas y más vueltas en el colchón y no encuentro la manera de estar cómodo, no encuentra la manera de deshacerme del peso que arrastro día a día, el peso que se me posa en mi sonrisa y que impide que te la muestre siempre que tú la quieres y la necesitas.

Me encantaría que todo ello se materializara, me encantaría poder cogerlo y lanzarlo desde bien alto, todo lo alto posible, para que jamás los pedazos volvieran a poder unirse, para que jamás volvieran a hacer el daño que han hecho.

Ahora, después de revolverme, levantarme, sentarme y escribir siento que está ahí adentro, que grita para que le atienda, que me carcome y evita que mi respiración sea tranquila… Siento que no quiere escapar y que hago todo lo posible para que desaparezca por cualquier lugar.

Quiero ser fuerte, quiero volver a sentirme sin preocupaciones, sin miedos, sin remordimientos, sin penas… Quiero ser yo, lanzarme, discutir, avergonzarme, probar, arriesgarse sin que las malas pasadas aparezcan de nuevo.

Me esforzaré por serlo todo, por aprender, por no dejar que nada ni nadie pueda conmigo y haré de este mundo un lugar para descansar, disfrutar, reír y gozar, y si no lo consigo al menos moriré sabiendo que lo intenté y que hice todo lo posible para ser una persona decente, para ser una persona como los libros de ciencia ficción que tan bien me han enseñado.

Los textos sin sentido o con sentido sólo para mí pueden llenar estanterías de libros incompletos, pueden llegar a absorber mentes totalmente limpias, pero también pueden enseñar, transmitir y mostrar.

Noches enteras a mi lado puedes pasarte para no escuchar nada esto, pero, párate un momento, centra tus sentidos en mí… ¿Me escuchas?

Sí, soy yo, estoy intentando comunicarme contigo.

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